La brecha "saber-hacer": por qué la energía física (no sólo el cerebro) es la clave del éxito

Hace poco, una amiga me dejó un comentario que me impactó mucho. Sentía mucha ansiedad por el futuro de su hijo.

Dice que entiende el tipo de habilidades necesarias para adaptarse y encontrar oportunidades en nuestra nueva economía. Pero su hijo aún está en primaria y, francamente, no es "listo para los libros" Lo ha intentado todo -nuevos métodos de estudio, profesores particulares-, pero no saca buenas notas. Una universidad de primer nivel no es probable.

Su pregunta era sencilla y profunda: "Mi hijo no es el único. En qué podemos centrarnos ahora, durante estos años escolares, que tenga garantía de ser útil para su futuro, aunque no sea un estudiante de sobresaliente?"

Es una pregunta difícil, que preocupa a los padres de todo el mundo. No soy un experto en educación. Soy director general e inversor. Por lo tanto, voy a responder desde la perspectiva de un consejero delegado, analizando qué cualidades determinan realmente el éxito de una persona.

TL;DR

  • La "brecha entre entender y hacer": El mayor obstáculo para el éxito no es la falta de conocimientos. Es la brecha entre entender lo que hay que hacer y ser capaz de hacerlo.
  • La acción no es una "mentalidad": A menudo no actuamos por falta de fuerza de voluntad, sino por falta de física. Tu cerebro puede decir "vamos", pero un cuerpo poco preparado para el estrés (como una CPU sobrecalentada) se "auto-acelerará" y te apagará.
  • La Solución es el Entrenamiento: La única forma de cerrar la "Brecha Entender-Hacer" es a través de un entrenamiento consistente y físico.
  • La verdadera asignatura nº1: Para un niño que no es "listo para los libros", la asignatura más importante no son las matemáticas ni la codificación. Es la educación física. La energía, la resistencia y la fuerza de voluntad que se adquieren a través de la condición física son la plataforma fundamental para el éxito futuro.

Por qué "entendemos" pero no "hacemos"

En mi carrera, he visto a innumerables personas inteligentes comprender una estrategia ganadora pero fallar al ejecutarla.

Hace años, durante un periodo de pánico salvaje en el mercado, expliqué a mi equipo y a mis socios por qué nuestra estrategia principal era sólida. La lógica era sencilla: la productividad subyacente era fuerte, así que el pánico era temporal. Todos los presentes asintieron. Lo entendieron.

Y, sin embargo, muchos de ellos entraron en pánico. Vendieron barato. Abandonaron. Meses después, cuando el mercado se recuperó tal y como predecía la lógica, mi bandeja de entrada se llenó de mensajes: "Estoy tan enfadado conmigo mismo. Te escuché, estuve de acuerdo contigo. ¿Por qué no lo hice?"

No fracasaron porque fueran estúpidos. Fracasaron porque entender y hacer son dos funciones completamente distintas.

Veo esto constantemente. Voy a exponer una clara oportunidad estratégica. La gente lo oye. Lo entienden. Pero dudan. Esperan. Para cuando llegan los resultados y ven que "tenía razón", la oportunidad ha desaparecido.

La pregunta más habitual que me hacen es: "Entiendo la lógica. ¿Por qué no puedo obligarme a actuar?"

Mi momento "¡Ajá! La carrera de 5.000 metros

Te diré la respuesta, y viene de mi propio fracaso.

De pequeño se me daban fatal los deportes. En la escuela media, nuestra final de educación física era una carrera de 5.000 metros. El tiempo para obtener una puntuación perfecta era de 18:00. Para aprobar, necesitabas 20:00. Para obtener algún punto, necesitabas 22:30.

Siempre terminaba alrededor de 25:30. Fracasé todas las veces.

Intenté "hackearlo". Había leído que el ginseng aumenta la energía, así que antes de un examen me tragué un paquete entero de cápsulas de ginseng, muy por encima de la dosis recomendada. Me imaginé como un héroe de película, lleno de energía explosiva.

La pistola se disparó. Aún así terminé a las 25:30.

Mi cerebro gritaba: "¡Ve más rápido!" Pero mi cuerpo no respondía. El corazón se me salía del pecho y sentía las piernas de plomo. Era una desaceleración involuntaria.

Mi cerebro emitía cheques, pero mi cuerpo no podía cobrarlos. Era como el sobrecalentamiento de una CPU: no importa lo fuerte que golpees el teclado, el ordenador va a estrangularse para sobrevivir.

Este problema no tenía solución para mí cuando era niño. Entonces, más de una década después, empecé a correr. Sólo 2 kilómetros al día en una cinta. No intentaba ser un atleta; simplemente lo hacía.

Después de unos meses de este entrenamiento, volví a hacer esa prueba de 5000 metros por curiosidad. La pasé. Fácilmente.

El puente entre el "saber" y el "hacer" es la formación

Este es el principio simple y obvio:

Mi fracaso de niño no fue un fracaso de conocimiento o fuerza de voluntad. Tomar más ginseng no ayudó. Mi fracaso fue una falta de entrenamiento. La capacidad física de mi cuerpo era tan baja que llegó a su límite al instante.

Mi éxito como adulto no se debió a que "escuchara" una idea nueva. Fue el resultado directo de 90 días de entrenamiento.

Este es el secreto. Esta es la respuesta a la pregunta de los padres.

La brecha entre "oír" y "hacer" no se cierra oyéndolo otra vez, más alto. Se cierra con entrenamiento.

No puedes entrenar si no tienes energía. No puedes ser resistente en los negocios si nunca has entrenado tu cuerpo para ser resistente.

Por eso, como director general, creo que la Educación Física debería ser la asignatura número 1 en la escuela. No se trata sólo de músculos. Se trata de construir:

  • Resistencia: La energía física pura para ejecutar tareas.
  • Resiliencia: El valor mental que se obtiene al superar tus límites físicos.
  • Fuerza de voluntad: El músculo del "hacer" que se construye a través de la acción diaria y consistente.

Fíjese en las personas que más rinden en cualquier campo, desde los operadores de Wall Street hasta los ingenieros de Silicon Valley. Muchos de ellos están increíblemente en forma. No es una coincidencia. Tienen la capacidad física para soportar el estrés de la ejecución y entrenar su mente durante horas y horas.

Construí mi propia carrera basándome en este conocimiento. Sabía que no tenía la resistencia física de un corredor de maratón. Sabía que no podría sobrevivir 30 años como programador de primera línea. Mi estrategia consistía en correr rápido, aprender más rápido y llegar a un puesto directivo -un papel estratégico- lo antes posible. Tenía que convertirme en el "lobo viejo e inteligente" que dirige a los "lobos jóvenes y fuertes" porque sabía que mis propias reservas de energía física eran mi cuello de botella.

Todo es energía

Al final, el mundo funciona gracias a la conservación de la energía.

Si quieres dinero (que es una forma de energía almacenada), debes aportar valor. Para aportar valor, necesitas sabiduría, habilidad y capacidad de ejecutar.

La sabiduría y la ejecución también son formas de energía. ¿De dónde sacas esa energía?

Lo obtienes de tu cuerpo. Concretamente, del hígado.

Al padre que ha hecho la pregunta: Si su hijo tiene una energía física ilimitada, puede siempre entrenar. Puede siempre aprender. Puede siempre pivotar. Una persona de 60 años con la forma física de una de 30 (como el famoso Actor) puede empezar una nueva carrera y triunfar.

Pero si tienen 30 años con la energía de uno de 60, el partido ya ha terminado.

Entonces, ¿en qué centrarse? La respuesta es clara. Para un niño que tiene dificultades con los libros, la inversión más importante y rentable que se puede hacer en su futuro es desarrollar su energía física, su fuerza y su resistencia.

Esa es la plataforma para todo lo demás.

La brecha "saber-hacer": por qué la energía física (no sólo el cerebro) es la clave del éxito
James Huang 2 de diciembre de 2025
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¿Es usted un jugador o un espectador? La mentalidad que separa el éxito del fracaso.