El marco del "cambio a cero": Un modelo mental que explica por qué los jóvenes radicales se convierten en viejos conservadores y cómo navegar estratégicamente por el cambio en la empresa y la sociedad

TL;DR

  • Las etiquetas dan pereza. Clasificar las ideas en "izquierdas" o "derechas", "innovadoras" o "anticuadas", suele ocultar el verdadero debate. Se necesita un modelo mental mejor.
  • Utiliza una recta numérica. Imagina que el "status quo" es cero (0). Cualquier impulso de cambio es un movimiento hacia la izquierda (números negativos), y cualquier intento de volver a un estado pasado es un movimiento hacia la derecha (números positivos). En este modelo, el "progreso" se refiere simplemente a la dirección del cambio, no a su bondad inherente.
  • Todo es cuestión de velocidad. La mayoría de los debates modernos, en los negocios o en la sociedad, no tratan sobre si debemos avanzar, sino sobre a qué velocidad. Podemos definir cuatro arquetipos en función de su apetito por el cambio: Progresistas (velocidad máxima), Liberales (velocidad pragmática) y Conservadores (velocidad prudente).
  • El Punto Cero siempre está en movimiento. Esta es la parte crucial. La tecnología y la sociedad avanzan constantemente, por lo que el "statu quo" es un blanco móvil. La idea radical por la que luchaste hace 10 años es la línea de base de hoy. Esto explica el clásico fenómeno del joven radical que se convierte en el "viejo conservador", no porque sus creencias hayan cambiado, sino porque el mundo se ha movido y el "cero" de su juventud se encuentra ahora en territorio negativo.

El cero cambiante: un modelo mental para navegar por el cambio

En cualquier sala de juntas, en cualquier sesión de planificación estratégica y, desde luego, en la plaza pública, se observa el mismo fenómeno: personas apasionadas que hablan entre sí. Lanzamos etiquetas -progresista, conservador, innovador, legado- como si fueran juicios definitivos. Nos centramos tanto en los pormenores de una cuestión que no captamos la lógica fundamental que impulsa el desacuerdo.

No se trata sólo de política, sino de la propia naturaleza del cambio. ¿Cómo decidimos cuándo dar el salto a una nueva tecnología y cuándo contenernos? ¿Cuándo un cambio es "progreso" y cuándo una apuesta temeraria?

Si abordamos estas cuestiones analizando docenas de problemas individuales, nos perderemos rápidamente. Se necesita un modelo mental mejor, una lógica fundamental para procesar el cambio. Encontré uno brillante en un viejo libro de texto de ciencias políticas de Leon Baradat, un marco tan sólido conceptualmente que se aplica a cualquier época, cualquier país y, como argumentaré, cualquier empresa.

Anclarse al presente: La recta numérica del cambio

En primer lugar, tenemos que ponernos de acuerdo sobre un punto de partida. Toda ideología, toda estrategia, es una respuesta al estado actual de las cosas: el status quo. En una sociedad, existe un consenso general sobre aspectos como los derechos de propiedad, las reglas del mercado y el papel de las instituciones. En una empresa, existe un consenso sobre la pila tecnológica actual, el flujo de trabajo y el modelo de negocio.

Situemos este statu quo en cero (0) en una recta numérica.

Este simple acto de anclaje nos proporciona un nuevo y poderoso vocabulario. Cualquier argumento de que el statu quo es defectuoso y debemos cambiar a algo nuevo es un movimiento hacia la izquierda (el lado negativo de la línea numérica). Cualquier argumento de que el statu quo es una degradación de un pasado mejor, y que debemos volver atrás, es un movimiento hacia la derecha (el lado positivo).

En este contexto, palabras como "progresista" (que se mueve a la izquierda) y "reaccionario" (que se mueve a la derecha) se despojan de su carga emocional. Se convierten en descriptores neutros de dirección relativa a cero. Esto es fundamental. Si te obsesionas con las etiquetas, ya te han manipulado.

Un reaccionario no se equivoca automáticamente. Si se implanta un cambio "progresivo" -por ejemplo, una empresa se lanza de lleno a una plataforma de software con errores y no probada- y se multiplica por diez el número de fallos críticos, el argumento de "volver al sistema anterior" no es intrínsecamente malo. Es una respuesta racional a los nuevos datos.

A la inversa, un progresista no tiene automáticamente razón. Simplemente abogan por un estado futuro que creen que será mejor. Nadie aboga por un cambio que cree que empeorará las cosas. La esencia del progresismo es la creencia de que avanzar desde cero es deseable.

El verdadero debate: ¿Cuál es tu velocidad?

Aquí es donde se pone interesante. En el mundo actual, casi todos los debates políticos y empresariales se desarrollan en el lado izquierdo de la línea numérica. A menos que seas un absolutista que defiende que deberíamos abandonar la tecnología moderna y volver a la agricultura con arados manuales, estás, en un sentido amplio, del lado del progreso.

El verdadero conflicto no es si debemos cambiar, sino con qué rapidez y con qué cautela debemos hacerlo.

Podemos situar las ideologías más comunes en nuestra recta numérica, no como puntos fijos, sino como diferentes enfoques para alejarse del cero.

  • Progresismo (-100): Este punto de vista sostiene que el cambio debe ser constante y acelerado. Debemos pasar de 0 a -50, luego a -100, después a -200, sin parar. El retroceso es inaceptable. Si algunas personas no pueden seguir el ritmo o si hay costes en el camino, ése es el precio necesario del progreso.
  • Liberalismo (-50): Esta perspectiva está de acuerdo en que el cambio es correcto, pero es pragmática. Si podemos pasar de 0 a -50 de un salto, estupendo. Pero si hay resistencia, moverse por etapas -de 0 a -20, luego a -40- es aceptable. Incluso un retroceso temporal está bien, siempre que la trayectoria a largo plazo sea hacia -50.
  • Conservadurismo (-20): Es la ideología de la reforma firme y prudente. Está de acuerdo en que debemos cambiar, pero sólo sobre una base estable. Pasemos de 0 a -20, luego paremos y asegurémonos de que la sociedad (o la empresa) puede asumir las consecuencias antes de considerar el siguiente paso. Si se produce una crisis, una retirada rápida no es sólo una opción; es lo responsable.
  • Reaccionismo (+): Es la creencia de que el cambio en sí es el problema. El pasado era mejor. Sea cual sea su -10 o -100, es un error. Hay que deshacerlo todo y volver a territorio positivo.

Cuando se mira así, uno se da cuenta de que las discusiones más encarnizadas suelen darse entre personas que están fundamentalmente de acuerdo en la dirección del progreso, pero discrepan violentamente en cuanto al ritmo y el riesgo aceptables. El liberal ve al conservador como un obstáculo, mientras que el conservador ve al liberal como un imprudente.

La regla de oro: El cero siempre cambia

Ahora viene lo que lo cambia todo. El statu quo, nuestro punto cero, no es estático.

En el pasado, el cambio tecnológico era lento. El "statu quo" podía durar una generación. Hoy, cambia cada pocos años. Lo que hace una década era una idea radical y "progresista" es ahora la línea de base, la realidad "conservadora" establecida.

Esto explica un fenómeno que nos desconcierta a todos: por qué el joven liberal apasionado se convierte tan a menudo en el conservador prudente de más edad.

Permítanme darles un ejemplo personal. Hace treinta años, como joven profesional, yo era un "liberal" por defender que todos los empleados tuvieran correo electrónico. Hace cincuenta años, mis mentores eran radicales de "izquierdas" por exigir cambios sistémicos en sus sectores.

Hoy, muchas de las cosas por las que luchamos son los cimientos del mundo moderno. Se han convertido en el nuevo status quo. Son el nuevo cero.

Cuando yo estaba en -50 en la línea numérica y mi mentor en -70, impulsábamos el cambio. Pero en los últimos 30 años, todo el sistema de coordenadas de la sociedad se ha desplazado 30 puntos hacia la izquierda. De repente, estoy en -20 y mi mentor en -40.

En relación con el nuevo cero, la antigua postura liberal ahora parece conservadora. La antigua postura progresista ahora parece liberal. Cuando llega una nueva generación y propone un cambio radical con respecto al mundo que construimos, nosotros, los constructores de ese mundo, naturalmente pedimos cautela. Queremos proteger el progreso por el que tanto luchamos.

No hemos cambiado nuestros valores fundamentales. Seguimos creyendo en el progreso. Pero el suelo se ha movido bajo nuestros pies. Luchamos por los objetivos que, tras décadas de esfuerzo, se convirtieron en la "normalidad" de la siguiente generación

Así que, la próxima vez que se encuentre en un acalorado debate sobre el cambio, deténgase y pregúntese: ¿Dónde está el cero? ¿Estamos discutiendo sobre el destino o sólo sobre la velocidad del viaje? Comprender este marco no resolverá todos nuestros desacuerdos, pero hará que nuestras conversaciones sean infinitamente más inteligentes.

El marco del "cambio a cero": Un modelo mental que explica por qué los jóvenes radicales se convierten en viejos conservadores y cómo navegar estratégicamente por el cambio en la empresa y la sociedad
James Huang 18 de octubre de 2025
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