TL;DR: Hong Kong se enfrenta a un profundo reto estructural en su mercado laboral, una tendencia que a menudo se achaca erróneamente al propio sistema educativo. La realidad es que décadas de presión social ascendente para obtener títulos universitarios han creado una mano de obra desalineada con las necesidades reales de la economía. Este "gran desajuste de cualificaciones" no es un problema temporal, sino una realidad a largo plazo que requiere un cambio fundamental en la forma de concebir el talento, la educación y las trayectorias profesionales.
Soy James, CEO de Mercury Technology Solutions.
Hace poco me plantearon una pregunta muy aguda, que llega al corazón de la ansiedad que muchos sienten por el futuro de Hong Kong. Parafraseando la preocupación de un lector, se reduce a lo siguiente: tras décadas de soportar un sistema educativo de alta presión y orientado a los exámenes, ¿por qué tantos de nuestros licenciados universitarios más brillantes, expertos en matemáticas avanzadas y teorías complejas, se encuentran en puestos que no aprovechan su formación: repartiendo comida, repartiendo folletos o trabajando en ventas a comisión? Si este es el resultado, ¿cuál era el propósito de la intensa lucha?
No es una pregunta sencilla, y merece un análisis honesto y estratégico. La incómoda verdad es que la presión en nuestro sistema educativo nunca fue un mandato de arriba abajo. Siempre ha sido un fenómeno ascendente, impulsado por las aspiraciones racionales de las generaciones anteriores.
El origen de la "carrera armamentística de los títulos"
Para comprender nuestra situación actual, debemos fijarnos en el contexto histórico. En la posguerra, un título universitario no siempre se consideraba el premio final. La generación de mi padre, por ejemplo, veía más valor y estabilidad en otros caminos. No fue hasta que la primera oleada de titulados universitarios de los años 70 y 80 cosechó enormes beneficios -ascendiendo rápidamente en una economía en rápida expansión- cuando empezó a formarse un poderoso consenso social.
En la década de 1990, la idea de que un título universitario era el camino definitivo hacia una vida mejor estaba firmemente arraigada. Los padres, viendo el éxito de la primera generación, querían naturalmente lo mismo para sus hijos. Esto creó una demanda masiva y ascendente de éxito en los exámenes. No fueron los administradores escolares quienes crearon el entorno de alta presión; fueron los padres, votando con sus pies y sus carteras, exigiendo mejores resultados académicos y empujando a las escuelas a una competitiva "carrera armamentística"
Esta fue la segunda etapa. Y ahora, estamos viviendo en la tercera.
El desajuste estructural: Un cuello de botella generacional
El dividendo educativo, tan poderoso para las generaciones anteriores, ha disminuido considerablemente. Sin embargo, la presión competitiva persiste. Ahora nos encontramos en una situación en la que todo el mundo está en la carrera, no porque el premio sea tan grande, sino porque el coste percibido de no correr es demasiado alto.
Esto ha creado un profundo problema estructural en nuestro mercado laboral. Echemos un simple vistazo a las matemáticas. Una persona nacida en 1965, que se jubile a los 60 años en 2025, entró en el mercado laboral hacia 1985. En aquella época, la economía hongkonesa estaba dominada por la industria manufacturera y otros trabajos manuales. Los puestos que ahora dejan vacantes no son, en su mayoría, empleos de cuello blanco para licenciados.
Por el contrario, una persona nacida en el año 2000, que entra hoy en el mercado laboral a los 25 años, forma parte de una generación con una tasa de estudios universitarios increíblemente alta.
Aquí radica el Gran Desajuste de Cualificaciones: la oferta de talento altamente cualificado y de cuello blanco es masiva, mientras que la demanda de reemplazo de las generaciones que se jubilan es para un tipo de función totalmente diferente. Esto crea un desequilibrio entre la oferta y la demanda que ningún crecimiento económico puede absorber rápidamente. Es probable que este cuello de botella estructural persista al menos durante la próxima década.
El peaje psicológico y el paralelo estadounidense
Este desajuste no es sólo un problema económico, sino también psicológico. Cuando una familia invierte mucho en una educación universitaria y su hijo gana menos que un técnico cualificado, se produce una sensación de desilusión.
Sin embargo, la presión social para obtener un título sigue siendo inmensa. ¿Por qué? Porque se ha convertido en una cuestión de posición social. Los padres piensan: "El hijo de todo el mundo tiene un título; ¿cómo no va a tenerlo el mío?" Esta es la etapa en la que la competencia se convierte en una cuestión de orgullo, no sólo de beneficios.
Se trata de una fase por la que ya han pasado otras economías desarrolladas. En Estados Unidos, por ejemplo, el mercado ha alcanzado un equilibrio más estable. Es un hecho bien conocido que, si bien los ingresos a lo largo de la vida de un licenciado universitario son superiores, un obrero cualificado tendrá a menudo unos ingresos netos más altos hasta finales de los 40, una vez contabilizado el elevado coste de la matrícula. Ante estos datos, muchas familias estadounidenses eligen racionalmente el camino de la formación profesional, dando lugar a lo que a menudo se califica erróneamente de preferencia por la "educación feliz" No se trata de felicidad; es una elección impulsada por el mercado.
Hong Kong aún no ha alcanzado este equilibrio. Todavía estamos en la fase en la que competimos en expectativas sociales.
El camino estratégico a seguir: Redefinir la misión principal
Como dirigente empresarial, no me preocupa el consenso social, que escapa al control de cualquier individuo. Mi atención se centra en el camino estratégico a seguir.
No podemos quedarnos tan atrapados en la "búsqueda secundaria" de ganar la carrera de titulaciones que nos olvidemos de la "búsqueda principal": construir una carrera profesional exitosa y sostenible.
Las competencias que se enseñan en la universidad y las necesarias para prosperar en la economía moderna no se excluyen mutuamente. La estrategia profesional de un adulto debe abarcar ambas. Al mismo tiempo que te enfrentas a la presión social para obtener un título, debes centrarte en adquirir las competencias prácticas y reales que demanda el mercado.
El reto para la próxima generación de Hong Kong es ver más allá de las definiciones tradicionales de éxito. Se trata de entender que, en esta nueva economía, un fontanero que domine su oficio y cree una empresa de éxito puede crear más valor -y ganarse mejor la vida- que un licenciado con un título que no tenga demanda.
El futuro no pertenece a quienes se limitan a seguir el viejo mapa, sino a quienes saben leer el nuevo paisaje y adaptar su viaje en consecuencia.